Los vecinos de Cheste (Valencia) hacen avituallamiento de plásticos, y por la zona no hay invernaderos. Cuando se dan ustedes una vuelta por el pueblo a primeros de Noviembre, por fin pueden ver para qué los usan. Cuando ya no piensan salir más hasta el día siguiente, forran cocheras y puertas de acceso a la vivienda. ¿Para qué?
Para que los moteros que caerán sobre el pueblo como la Nocilla sobre una rebanada de pan, no les deterioren las puertas a base de orines. Esto es así. Igual que las papeleras de algunos bares están vacías y todo el mundo tira la servilleta al suelo, en Cheste todo el mundo orina en las cancelas de las puertas, dejando los W.C portátiles con el olor a fresas intacto.
Es que organizar carreras es lo que tiene: Un circuito, el Ricardo Tormo, y una fecha, del 6 al 8 de Noviembre, justo cuando seguimos en manga corta quejándonos de a ver cuando llega el frío, viene un viento de padre y señor mío y nos deja tiritando para el resto de la estación.
Organizar eventos de este tipo no tiene por qué ir asociado a desmadres nocturnos, pero es irremediable, la gente va a “pasárselo bien” y hay que hacer los protocolos de siempre: Quemar ruedas a diestro y siniestro, acelerones con la moto entre la gente, y beber lo suficiente como para que se conviertan en balas humanas desperdigadas por las carreteras valencianas. Olé.
Mucha gente y poco entretenimiento. Las infraestructuras siempre se quedan pequeñas, porque la cosa no da para más. Ver a cientos y cientos de personas taponando todas las calles del pueblo, llenas de tenderetes con todo lo imaginable en accesorios moteros, y las afueras con puestos ambulantes de comida (llámese comida porque era masticable) y los que había tras ellos con la higiene en Pamplona.
Dejamos el pueblo y nos vamos al circuito. Ahí sí había gente para parar un tren. No, no me refiero al público, sino a la organización, a la cantidad de personas que estaban en los accesos a las instalaciones. Todo perfectamente indicado y atendido. El circuito Ricardo Tormo tiene un diseño espectacular y apenas se pierden los pilotos de vista durante la carrera.
Si van a Cheste el próximo año, antes de sentarse en un chiringuito a cenar, pregunten si se puede pagar con tarjeta, porque el efectivo que se lleven para pasar todo el fin de semana se les va a ir en una sola consumición. Advertido queda.
Para que los moteros que caerán sobre el pueblo como la Nocilla sobre una rebanada de pan, no les deterioren las puertas a base de orines. Esto es así. Igual que las papeleras de algunos bares están vacías y todo el mundo tira la servilleta al suelo, en Cheste todo el mundo orina en las cancelas de las puertas, dejando los W.C portátiles con el olor a fresas intacto.
Es que organizar carreras es lo que tiene: Un circuito, el Ricardo Tormo, y una fecha, del 6 al 8 de Noviembre, justo cuando seguimos en manga corta quejándonos de a ver cuando llega el frío, viene un viento de padre y señor mío y nos deja tiritando para el resto de la estación.
Organizar eventos de este tipo no tiene por qué ir asociado a desmadres nocturnos, pero es irremediable, la gente va a “pasárselo bien” y hay que hacer los protocolos de siempre: Quemar ruedas a diestro y siniestro, acelerones con la moto entre la gente, y beber lo suficiente como para que se conviertan en balas humanas desperdigadas por las carreteras valencianas. Olé.
Mucha gente y poco entretenimiento. Las infraestructuras siempre se quedan pequeñas, porque la cosa no da para más. Ver a cientos y cientos de personas taponando todas las calles del pueblo, llenas de tenderetes con todo lo imaginable en accesorios moteros, y las afueras con puestos ambulantes de comida (llámese comida porque era masticable) y los que había tras ellos con la higiene en Pamplona.
Dejamos el pueblo y nos vamos al circuito. Ahí sí había gente para parar un tren. No, no me refiero al público, sino a la organización, a la cantidad de personas que estaban en los accesos a las instalaciones. Todo perfectamente indicado y atendido. El circuito Ricardo Tormo tiene un diseño espectacular y apenas se pierden los pilotos de vista durante la carrera.
Si van a Cheste el próximo año, antes de sentarse en un chiringuito a cenar, pregunten si se puede pagar con tarjeta, porque el efectivo que se lleven para pasar todo el fin de semana se les va a ir en una sola consumición. Advertido queda.
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