El cine español está en racha, de eso no hay duda. El año pasado no supuso más que buenas noticias para nuestro séptimo arte; se produjo récord en las taquillas, -si la economía está en crisis, desde luego el cine no-; se realizaron grandes producciones como Ágora, la película española más cara de la historia de nuestro cine; y otras producciones como Celda 211, que aunque menos costosa que la primera, igual de popular y querida por la audiencia.
Además, en los últimos años, España no ha dejado de exportar actores, directores, productores... La animanición está en su máximo esplendor, -Planet 51, La dama y la muerte...-. Grandes producciones, nominaciones y premios en los festivales más prestigiosos... En fin, el sector está de enhorabuena y creemos que es ahora cuando verdaderamente está dando sus frutos, pero ¿qué hay de antaño? ¿qué hay de Buñuel, Fernán Gómez, Berlanga...? ¿qué hay de la Almería por la que pasaban grandes estrellas y se filmaban grandes películas?
Verdaderamente, creo que estamos confundidos. El cine español siempre ha sido merecedor de mejores críticas. Ha dado buenas películas, actores, directores... El problema es que nosotros, el público, nunca nos hemos dado la oportunidad de sorprendernos, de admirarlo. Siempre hemos tenido un gran prejuicio contra él. ¿Quién no ha pensado alguna vez "esa película no la veo porque es una españolada"? Pues pasen y vean: si una imagen vale más que mil palabras..., qué decir de veinticuatro por segundo.
Por Aída Cerón.
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