Entrelíneas: ¿Cómo descubriste tu vocación?
Amando Lacueva: Pues posiblemente con mi primer desamor. Fue entonces cuando empecé componiendo pequeños poemas que regalaba y musicalizaba con mi guitarra, grabándolos en una cinta de casete. A partir de aquel instante hubo muchos intentos. El primero como parece casi lógico, fue una obra autobiográfica inacabada, que no llegó nunca a ver la luz, pero como primer ensayo fue válido. Después surgieron varias novelas cortas hasta que decidí tomármelo en serio y después de dos años de investigación y duro trabajo nació El triángulo vikingo.
ENT: ¿Qué es lo que te da, y qué es lo que recibes de la literatura?
A. L: La literatura me ofrece grandes momentos y satisfacciones, y me refiero a la literatura en un sentido amplio. Leer es una pasión, una droga que circula por mi corriente sanguínea. Si no leo estoy falto de vida. Escribir es el complemento ideal. Es una actividad creadora con la que disfruto sobremanera. Cuando has encontrado el tema y empiezas a estudiar e investigar se te abren horizontes desconocidos, y ese afán de aprender te lleva a un estado de suma complacencia. Construir personajes, dotarles de “vida” y discutir con ellos cuando alcanzan su madurez. Pasearte por los escenarios, -reales o de ficción-, desarrollar la trama y crear aventuras, misterio, es algo maravilloso.
ENT: ¿Qué autores consideras que te puedan haber influenciado?
A. L: Creo que bebemos de todos, es algo que se te pega sin tú premeditarlo, pero si he de dar un nombre me quedo con el fallecido Michael Cripton.
ENT: Un libro para soñar.
A. L: Las personas no deberíamos tener la tesitura de elegir, y menos, tratándose de literatura. Salvo raras excepciones, siempre me quedo con el último que he leído y me ha gustado. Puedo decirte que he acabado dos lecturas que me han encantado, la primera ha sido La Tierra de Dios, “El Clan del Oso cavernario”, de Jean Mauel, y ayer finalicé la lectura de “Umbría”, de Antonio Calzado. Pero como imagino que te refieres a esa lectura impactante que recordamos todos, puedo citarte: “El Lobo Estepario” de Hesse, “El viejo y el Mar” de Hemingway, “La Ciudadela” de A.J. Cronin, “La trilogía de Alejandro”, de Massimo Manfredi, “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach, “El alquimista” de Coelho, “Cien años de soledad” de Márquez, “La casa de los espítirus” de Allende, “Los Pilares de La Tierra” de Follet, “El quinto día” de Schatzing, “Momo” de Ende, “Niebla” de Unamuno, “El nombre de la rosa”, de Eco, “Cañas y Barro” de Ibáñez…, realmente, no es posible quedarme con uno, pídeme otra cosa.
Amando Lacueva: Pues posiblemente con mi primer desamor. Fue entonces cuando empecé componiendo pequeños poemas que regalaba y musicalizaba con mi guitarra, grabándolos en una cinta de casete. A partir de aquel instante hubo muchos intentos. El primero como parece casi lógico, fue una obra autobiográfica inacabada, que no llegó nunca a ver la luz, pero como primer ensayo fue válido. Después surgieron varias novelas cortas hasta que decidí tomármelo en serio y después de dos años de investigación y duro trabajo nació El triángulo vikingo.
ENT: ¿Qué es lo que te da, y qué es lo que recibes de la literatura?
A. L: La literatura me ofrece grandes momentos y satisfacciones, y me refiero a la literatura en un sentido amplio. Leer es una pasión, una droga que circula por mi corriente sanguínea. Si no leo estoy falto de vida. Escribir es el complemento ideal. Es una actividad creadora con la que disfruto sobremanera. Cuando has encontrado el tema y empiezas a estudiar e investigar se te abren horizontes desconocidos, y ese afán de aprender te lleva a un estado de suma complacencia. Construir personajes, dotarles de “vida” y discutir con ellos cuando alcanzan su madurez. Pasearte por los escenarios, -reales o de ficción-, desarrollar la trama y crear aventuras, misterio, es algo maravilloso.
ENT: ¿Qué autores consideras que te puedan haber influenciado?
A. L: Creo que bebemos de todos, es algo que se te pega sin tú premeditarlo, pero si he de dar un nombre me quedo con el fallecido Michael Cripton.
ENT: Un libro para soñar.
A. L: Las personas no deberíamos tener la tesitura de elegir, y menos, tratándose de literatura. Salvo raras excepciones, siempre me quedo con el último que he leído y me ha gustado. Puedo decirte que he acabado dos lecturas que me han encantado, la primera ha sido La Tierra de Dios, “El Clan del Oso cavernario”, de Jean Mauel, y ayer finalicé la lectura de “Umbría”, de Antonio Calzado. Pero como imagino que te refieres a esa lectura impactante que recordamos todos, puedo citarte: “El Lobo Estepario” de Hesse, “El viejo y el Mar” de Hemingway, “La Ciudadela” de A.J. Cronin, “La trilogía de Alejandro”, de Massimo Manfredi, “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach, “El alquimista” de Coelho, “Cien años de soledad” de Márquez, “La casa de los espítirus” de Allende, “Los Pilares de La Tierra” de Follet, “El quinto día” de Schatzing, “Momo” de Ende, “Niebla” de Unamuno, “El nombre de la rosa”, de Eco, “Cañas y Barro” de Ibáñez…, realmente, no es posible quedarme con uno, pídeme otra cosa.
(más info en edición impresa ó edición digital).
Por Patrick Ericson.
No hay comentarios:
Publicar un comentario