jueves, 1 de julio de 2010

Cuando no puedo soñar... despierto


Meses tristes que parecen años. Años felices que al recordarlos parecen haber sido apenas unos días buenos. El paso de las horas, de los días… es más rápido o más lento en función de nuestro estado de ánimo. También depende de con quién compartamos nuestro tiempo; hay personas tan pesadas que cuando estás con ellos el reloj parece haberse congelado. Otras en cambio consiguen que el tiempo pase volando.
La vida son rachas, es una frase común. Pero cuando uno está herido no piensa que en algún momento todo habrá terminado. Es lo malo de las rachas, que se pasan, pero no sabemos cuándo.
Yo tengo un secreto. Es un truco que uso cuando estoy cargada, y necesito “no pensar”: dormir. Cuando he tenido malas épocas, he dormido todo lo que el trabajo/estudios/amigos me han permitido. Hace tiempo descubrí que nunca tengo sueños. Cuando estoy dormida, quiero decir. Despierta sueño más de lo que sería recomendable… pero cuando estoy durmiendo nada se mueve en mi cabeza. Dormir es una desconexión. Cada día supone un punto final. Nada de punto y aparte: punto y final.
Empiezo de cero. Cada mañana, al despertar, nazco de nuevo. Reinicio. Borro mis recuerdos. Lo aprendido. El dolor. Las sonrisas.
El ayer no existe. Mañana tampoco. Vivo hoy al despertar. Muero esta noche al dormir. Pero cuando no puedo soñar… despierto.

Por Marta Serrano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario