viernes, 3 de septiembre de 2010

Incapaz de demostrarlo

"El arte es inútil, pero el hombre es incapaz de prescindir de lo inútil", Eugenne IONESCO
Ahora todo es antiguo, todo nos parece retro y lo que no nos gusta simplemente lo calificamos como retrógrado, y lo metemos en ese saco en el que almacenamos todo aquello que, por no gustarnos, está contra nosotros.
A la creatividad la miramos por el retrovisor en un mundo que va tan deprisa, que corre tanto, que no le da tiempo a asimilar nada.
Vivimos en un mundo estético, práctico y tecnológico en el que las letras, los colores y los sentimientos ya no son más que un puñado de bits a los que damos forma constantemente en nuestro afán por tenerlo todo gobernado.
Apunto de extinguirse, por su mal uso a la hora de nombrarlas, se encuentran todas aquellas especies tan denostadas por el paso de los siglos. Sí, hablo de “románticos”, “surrealistas”, “realistas mágicos”, “góticos”, “barrocos”… y un sinfín de fauna que no ha hecho otra cosa a lo largo de los siglos que tratar de socializarse. Sin embargo, ahora ya no nos socializamos sólo a través de las letras, los colores, los sentimientos y la creatividad; ahora también entran en juego ese puñado de bits a los que damos forma constantemente en nuestro afán por tenerlo todo controlado.
Se nos educa para la mediocridad; para no saltar más alto de lo que mida el redil; para no volar mucho más allá de lo que se pueda planear; para creer que los sueños son mentira. Se nos educa para no salirnos nunca del montón de lo común y no se nos explica, con suficiente claridad, que en la diferencia radica la riqueza que hace que el ser humano sea extraordinario.
Se nos exige que nos pasemos la vida superándonos y superando al rival, -así como si la vida fuera una guerra constante-, en un campo de batalla en lo que lo único que importa es toda la parafernalia que nos rodea y lo de menos nunca es lo importante.
A lo largo de mi existencia hay una constante vital: “demuestra que eres capaz”. Por primera vez en mi vida siento que soy incapaz; no tengo que convencer a nadie cuando el primer derrotado por mi incapacidad soy yo.


Por Gerardo C. Saura

No hay comentarios:

Publicar un comentario